martes, 19 de mayo de 2020

...Una luz se apaga...



Corría apresuradamente las escaleras del hospital. su corazón palpitaba demasiado rápido, jamás había estado tan acelerada, las escaleras parecían no tener fin, pero si lo tenían, un fin demasiado amargo para terminarse tan deprisa.

Llegó a un pasillo, sabía que no estaba en el horario de visitas, pero en determinadas situaciones podían permitirse excepciones; excepciones como la de despedirse de unas de las personas más queridas de tu vida.

Siguió corriendo por el pasillo, pasando por médicos, controles de enfermeras, pacientes...sin poder encontrar lo que estaba buscando, no quería encontrarlo, pero sabía que llegaría y tendría que hacerle frente.
Y ahí estaba, tras una cortina, su corazón se lo decía. Abrió la cortina lo más rápido que pudo y no se equivocaba, allí estaba su final, ese que había perseguido por escaleras y pasillos y que ahora tenía cara a cara.

¿Ahora que se supone que debería hacer? ¿Qué protocolo existe para despedirte de alguien a quien no quieres decir adiós? ¿Nos enseñan eso en el colegio? ¿Hay alguna asignatura que me perdí mientras me saltaba la clase para fumarme un cigarro? No...creo que no...

No hay protocolos, no hay palabras, tal vez ni siquiera haya sentimientos durante ese golpe, porque lo peor no es el golpe, si no aprender a vivir con el dolor que te deja en el alma, con enfrentarte a los sitios a los que iras y saber que ya no estará allí, con luchar cada día por que esté orgulloso de ti y pensar que aún está contigo.

Tal vez no debamos superarlo, quizás tampoco debamos aprender a vivir con ello, simplemente haya que dejar marchar a esa persona, dedicarle tus logros, contar sus enseñanzas y pensar que en algún lugar del universo...Jamás dejará de cuidarnos.




lunes, 4 de mayo de 2020

...Detrás del balcón...


Se sentó sobre sus piernas, con la mirada hacia su pequeño balcón, esa tarde corría una brisa muy fresca que podía mover algunos pelos de su moño recién recogido, algunos ondeaban sobre su cara y tenía que estar pasándoselos tras su oreja.

Pensaba en el último día que había visto a su madre, en las palabras que le había dicho y en que en aquel momento no significaron nada para ella pero ahora cobraban todo el sentido del mundo, en este momento podía analizar cada frase, cada gesto que no había sido capaz de analizar porque nunca tenía tiempo para asimilar situaciones y mucho menos conversaciones.

Todo lo que le pasaba en su vida siempre iba a un segundo plano, pero ahora no, ahora esas risas y esos momentos que ahora no podía tener cobraban una importancia ya olvidada.

Cada enfado, cada absurda discusión le parecían una completa pérdida de tiempo, solo quería revivir los buenos momentos, quería que aquello volviera, pero no podía ser...

No sabía si sería demasiado tarde o si podía resolverlo en algún momento del futuro, quería que todo fuera como antes, aquella situación le había enseñado que los enfados cuando hay problemas de una magnitud que escapa a cualquiera no merecían la pena, ¿Realmente fue un necesario?¿Para qué le había servido el orgullo?¿La había hecho mejor persona o simplemente la había alejado de las personas que quería? Y lo más importante... ¿Mereció la pena?

Y mientras tanto su pelo seguía ondeando tras el pequeño balcón, pensando en aquel futuro, en aquellas personas que pasara lo que pasara...jamás se irían de su corazón...