martes, 20 de septiembre de 2022

...Tu lista de prioridades...


Despierta, despierta...Tal vez llevas demasiado tiempo dormida, demasiado tiempo viviendo de fantasías, escondiéndote de la realidad y evadiendo el dolor, debes despertar.

Ponte esos zapatos que tanto te gustan, esa camiseta que te daba vergüenza usar porque no sabias si " por ser madre" iban a juzgarte duramente al vestirte de esa manera. Esos vaqueros ajustados que estaban en el armario y dudabas si volverías a esa talla, aunque tu talla siempre fue perfecta, aunque no quisieras verlo.

Pero ¿Sabes qué? Que eso no es lo más importante, te rompiste por dentro, sonreías cuando no podías y luchabas cuando no te quedaban fuerzas y tu alma gritaba, gritaba hasta quedarse sin voz. ¿La oías? No...te daba miedo el que dirían esas personas que te querían mal, que fingían estar a tu lado, a las que pensabas que le debías lealtad por haberte ayudado en el pasado pero que no te dejaban ser libre.

Pero ahora ya no sientes esa lealtad, ya no es tiempo de echar culpas, porque en el fondo sabes que la principal culpable fuiste tú, por haber intentado mover montañas que sabías que jamás cambiarían de lugar, por querer que el sol y la luna siempre brillaran al mismo tiempo y que la noche nunca llegara.

Pero los imposible no existen, aprendiste a golpes, con llantos y con heridas que siempre te quedaran grabadas en tu corazón y en tu piel, pero también aprendiste que las heridas se curan, que los corazones se recomponen y que no llueve eternamente.

Puede que toda tu vida te haya llevado hasta este momento en el que te encuentras ahora, a cuidar a esa persona que has descuidado tanto, a mimarla, a ponerla en tu lista de tus prioridades, sabes que, si esa persona no está bien, nadie a su alrededor lo estará. ¿Sabes quién es, ¿verdad? Si...Tú.





lunes, 27 de junio de 2022

...Las múltiples posibilidades...


Te levantas una mañana y de repente todo ha cambiado, lo que parecía rosa, es gris y lo que era gris ha cogido un color más oscuro que el que solía tener. Cuando sales a la calle solo eres capaz de ver una sola calle que te lleva en la misma dirección, estás rodeada de paredes, no hay ninguna salida, ni tan siquiera un cartel donde puedas hacer un cambio de sentido.

Sigues caminando por la misma carretera y esperas que, al menos, ese camino te lleve a un laberinto, eso daría emoción, pasión  y te llenaría de ese peligro que tanto ansías, te daría una comparación de la repetición del mismo camino que llevas recorriendo durante tantísimo tiempo.

Impensadamente, ya no eres tú la que está en ese camino, ese camino se te ha metido dentro, lo llevas en la piel, te has pasado tanto tiempo dentro de él que empiezas a normalizar, lo que hace un tiempo, era imposible que consideraras tu rutina. Te has mimetizado de tal forma que ya no buscas un cambio de sentido, solo la flecha que te lleve hacía adelante. Pero... ¿Realmente la buscas o tienes miedo de buscar otra señal?

Y es cuando llega, te sientas, hastiada, sin poder seguir caminando, llevas demasiadas heridas y no eres capaz de reconocerte, y al apoyarte en una de esas paredes tan angostas y lúgubres, empiezas a girar la cabeza y al mirar detrás de tu espalda ves otro camino, ese que llevabas años buscando pero que creías que no existía y te das cuentas que hay más posibilidades, hay vida fuera de ese camino al que te habías resignado.

¿Sabes por qué lo has visto ahora? Ahora has madurado, estas capacitada para ver otras opciones que te ofrece la vida, estás cansada de la simplicidad de tus días, has aprendido tanto en esa carretera que te has preparado para salir, para arriesgarte, para jugártela. Ahora sí, ahora has vuelto renovada.

 








jueves, 11 de marzo de 2021

...Volviendo a crear magia...

 

Hace justo una semana estaba metida en la ducha, eran las seis de la mañana y las piernas me temblaban sabiendo que aquel día volvería a cambiar mi vida.

Terminé de vestirme, abrace a mi madre y solo podía pedirle que cuidara ala que se iba a convertir en la mitad de mi corazón como yo misma lo cuidaría, en aquel momento era toda mi vida, pero en pocas horas se dividiría toda esa pasión, jamás se restaría, pero si cambiaría.

Llegué al hospital y de repente mis nervios desaparecieron, entre mascarillas, PCR, y habitaciones sin compartir comenzaría mi jornada.

Tras varias horas comencé a sentir que la vida volvía nacer dentro de mí, noté esa experiencia como la primera vez, era amor en estado puro, en ese momento no existía el miedo, la pandemia se había borrado de mi mente y ni siquiera me daba cuenta que llevaba puesta una mascarilla que cubría mi sonrisa, solo existía la naturaleza de nuevo y yo.

Cuando sentí su corazón junto al mío, en ese preciso instante, supe que había hecho lo correcto, que los meses de aislamiento, el riesgo que había corrido por quedarme embarazada en mitad de una pandemia sin saber las consecuencias de esa situación y los abrazos perdidos en el tiempo eran el menor de los precios que había pagado por tenerlo a mi lado.

Porque llegará el día que todo pase, que esto se quede en un mal recuerdo y volvamos a vivir como estábamos acostumbrados, pero la sensación de sentir tu latido, tu pecho sobre el mío y tus ganas de vivir, jamás nadie podrá sacarlas de mí.

 

Para ti...



martes, 19 de mayo de 2020

...Una luz se apaga...



Corría apresuradamente las escaleras del hospital. su corazón palpitaba demasiado rápido, jamás había estado tan acelerada, las escaleras parecían no tener fin, pero si lo tenían, un fin demasiado amargo para terminarse tan deprisa.

Llegó a un pasillo, sabía que no estaba en el horario de visitas, pero en determinadas situaciones podían permitirse excepciones; excepciones como la de despedirse de unas de las personas más queridas de tu vida.

Siguió corriendo por el pasillo, pasando por médicos, controles de enfermeras, pacientes...sin poder encontrar lo que estaba buscando, no quería encontrarlo, pero sabía que llegaría y tendría que hacerle frente.
Y ahí estaba, tras una cortina, su corazón se lo decía. Abrió la cortina lo más rápido que pudo y no se equivocaba, allí estaba su final, ese que había perseguido por escaleras y pasillos y que ahora tenía cara a cara.

¿Ahora que se supone que debería hacer? ¿Qué protocolo existe para despedirte de alguien a quien no quieres decir adiós? ¿Nos enseñan eso en el colegio? ¿Hay alguna asignatura que me perdí mientras me saltaba la clase para fumarme un cigarro? No...creo que no...

No hay protocolos, no hay palabras, tal vez ni siquiera haya sentimientos durante ese golpe, porque lo peor no es el golpe, si no aprender a vivir con el dolor que te deja en el alma, con enfrentarte a los sitios a los que iras y saber que ya no estará allí, con luchar cada día por que esté orgulloso de ti y pensar que aún está contigo.

Tal vez no debamos superarlo, quizás tampoco debamos aprender a vivir con ello, simplemente haya que dejar marchar a esa persona, dedicarle tus logros, contar sus enseñanzas y pensar que en algún lugar del universo...Jamás dejará de cuidarnos.