Despierta,
despierta...Tal vez llevas demasiado tiempo dormida, demasiado tiempo viviendo
de fantasías, escondiéndote de la realidad y evadiendo el dolor, debes
despertar.
Ponte
esos zapatos que tanto te gustan, esa camiseta que te daba vergüenza usar porque
no sabias si " por ser madre" iban a juzgarte duramente al vestirte
de esa manera. Esos vaqueros ajustados que estaban en el armario y dudabas si
volverías a esa talla, aunque tu talla siempre fue perfecta, aunque no
quisieras verlo.
Pero
¿Sabes qué? Que eso no es lo más importante, te rompiste por dentro, sonreías
cuando no podías y luchabas cuando no te quedaban fuerzas y tu alma gritaba,
gritaba hasta quedarse sin voz. ¿La oías? No...te daba miedo el que dirían esas
personas que te querían mal, que fingían estar a tu lado, a las que pensabas
que le debías lealtad por haberte ayudado en el pasado pero que no te dejaban
ser libre.
Pero
ahora ya no sientes esa lealtad, ya no es tiempo de echar culpas, porque en el
fondo sabes que la principal culpable fuiste tú, por haber intentado mover
montañas que sabías que jamás cambiarían de lugar, por querer que el sol y la
luna siempre brillaran al mismo tiempo y que la noche nunca llegara.
Pero
los imposible no existen, aprendiste a golpes, con llantos y con heridas que
siempre te quedaran grabadas en tu corazón y en tu piel, pero también
aprendiste que las heridas se curan, que los corazones se recomponen y que no
llueve eternamente.
Puede
que toda tu vida te haya llevado hasta este momento en el que te encuentras ahora,
a cuidar a esa persona que has descuidado tanto, a mimarla, a ponerla en tu
lista de tus prioridades, sabes que, si esa persona no está bien, nadie a su
alrededor lo estará. ¿Sabes quién es, ¿verdad? Si...Tú.